13 de enero de 2025

Una lección de política para el alcalde

 

La democracia, para que lo sea, requiere de consensos en las decisiones más importantes. Ningún Estado que se autodenomine democrático puede ejercer la simple voluntad de quienes ostentan los máximos cargos públicos con la excusa de la representación popular.

Cuando los ciudadanos acudimos a las urnas para elegir gobernantes, lo hacemos con la convicción de que aquellos por quienes emitimos un sufragio son los hombres y mujeres más indicados para desempeñar la responsabilidad de dirigir a un país, un estado o un municipio; que son los más preparados con los conocimientos generales que le permitan hacer el mejor diagnóstico de la problemática social y, por ende, también sabrán aplicar la mejor solución para cada situación concreta, auxiliados por especialistas en cada uno de los aspectos del ejercicio del poder.

Es cierto que los gobernantes pueden contar en sus equipos con hombres y mujeres con experiencia vasta, conocedores de contextos muy específicos, pero, sin lugar a dudas, el
gobernante debe propiciar la participación de la sociedad, como el elemento más indispensable para el ejercicio de sus funciones. El vínculo entre gobernantes y gobernados -lo que Jürgen Habermas llama Democracia deliberativa- implica la discusión pública y el diálogo con los ciudadanos como forma del progreso colectivo. Se trata de ejercicios de comunicación con el objetivo de alcanzar un consenso basado en la fuerza de los argumentos y no en la imposición de una posición.

Parece que, en el asunto del aumento del impuesto predial, el cabildo de Navojoa, el alcalde Jorge Alberto Elías Retes y los diputados, pasaron por alto esta condición de la democracia. No hubo discusión con los diversos sectores, ni siquiera una información de las buenas intenciones que se proyectan con la captación de mayores recursos para el municipio.  Todo se mantuvo en secrecía por “razones políticas”. Como si la armonía entre gobernantes y gobernados no fuera una razón política de suficiente peso. La soberbia se impuso paralela al incremento.

Apenas el viernes, cuando el asunto ya es irreversible, hubo acercamiento, en una reunión que los empresarios afiliados a Coparmex solicitaron con el presidente municipal. El diálogo se dio, respetuoso. Las tesis de lo que pudo haber sido afloraron, e incluso los desacuerdos, pero sin aspavientos. Un diálogo maduro con un resultado dialéctico, del que, tanto las autoridades como los empresarios, salieron conformes y con acuerdos. Sus tesis opuestas evolucionaron en una mayor que unifica los dos criterios: el progreso del municipio.

Los empresarios se llevaron una idea más amplia de lo que significa la decisión, de lo que implica el sacrificio de los contribuyentes, con la esperanza de realmente “llevar a Navojoa al siguiente nivel”, en los hechos y no sólo como una frase propagandística. Total, lo peor que puede ocurrir es que haya un poco más de deuda para el municipio (la diferencia entre lo que se proyecta recaudar y la recaudación real). El alcalde, por su parte, se llevó una muy buena lección de política: la democracia, para que sea real, requiere de consensos en las decisiones más importantes.

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