20 de abril de 2006

LOS CONSEJOS DE MI MADRE

 

Mi madre, además de inculcarme su fuerza para enfrentar los escollos de la vida, me enseñó a hacer algunas labores domésticas que mi vida solitaria ha valorado enormemente. Me enseñó a cocinar friendo huevos y papas cortadas en rodajas, me enseñó a remendar mis propios calcetines y a mantener cierto orden en mis cosas. Pero creo que la principal enseñanza fue esa, cuando me advertía sobre cualquier peligro, por minúsculo que éste fuera. ¡Cuidado m´ijo!, me decía con su voz atiplada y su delantal sobrepuesto, que caracteriza a las madres hacendosas del barrio donde vivía a mis ocho años. La imagen es clara, como si fuese reciente.

Debo admitir que a esa edad el consejo no había sido asimilado en la dimensión de su significado más amplio, el que Doña Hermelinda, mi madre quería comunicarme. Esto ocurrió con el tiempo. Le explico, lector.

A mi madre le gustaba que su primogénito –o sea yo- cooperara junto con mi hermana en las actividades del hogar, una forma muy sutil para hacernos comprender que el alimento hay que ganárselo. Cuando venía de la escuela, me tocaba hacerle los mandados a mi mamá. Había que ir al mercado y escoger bien la verdura, el tomate y otros encargos.

–Fíjate que te den el kilo completo de fríjol, porque Don Toño es muy tranza-  me decía– y estando frente al tendero me acordaba de aquellas palabras y vigilaba muy bien la pesa y el llenado del cucurucho de periódico que después metía en la bolsa de hilo plástico en la que cargaba el resto de las mercancías. Contaba muy bien los ocho pesos y cincuenta centavos (de aquellos) que debía pagar por el kilo de fríjol Flor de Mayo. Casi siempre, después del mercado, mientras mi mamá guisaba en inolvidables ollas de peltre, aquellos caldos cuyo olor se esparcía por todo el vecindario, me tocaba ir a comprar las tortillas, actividad que disfrutaba porque Doña Lupita, la vendedora siempre me regalaba una tortilla con sal por la espera en la fila.

En una ocasión cotidiana como esa, no recuerdo el motivo por el cual me distraje cuando estaba a punto de cruzar una transitada avenida. De pronto escuché un grito lejano, lo escuché con el instinto que hay entre madre e hijo, más que con el oído. “¡Cuidado m´ijo!”. Esta vez mi madre me prevenía del automóvil que casi me arrolla, de no ser porque aquel grito me hizo retroceder un paso, lo que fue suficiente para no ser atropellado. 

Desde ese día la voz de mi madre se hace presente en mi cabeza cada vez que siento algún peligro, eso me ha ayudado a sortear dificultades grandes y a prever eventuales riesgos. Ahora soy en extremo precavido, y miro hacia la derecha y hacia la izquierda, no solamente para cruzar la calle. Por eso es muy difícil que alguien me haga tonto, por eso mismo intuyo cuando alguien intenta aprovechar alguna condición para sacar ventaja.

En los días recientes he advertido la presencia de ese llamado a la precaución con el que mi madre me anticipaba el peligro. Cierto día de la presente semana, un personaje de la política, aspirante a la presidencia municipal por el PAN, visitó las oficinas donde trabajo con el pretexto de repartir propaganda del candidato a la Presidencia de la República por ese instituto político. Amablemente le rechacé el folleto que mostraba a un Felipe Calderón sonriente, con un semblante de confianza tal vez por la ignorancia de la división que vive el PAN en Sonora. El caso es que el señor que  algunos conocen con el mote de “Pilinqui”, se sorprendió cuando le puse de vuelta en su mano la propaganda que me entregaba.

-¿Entonces no vas a votar por nosotros?- me inquirió. Por supuesto que le contesté con una negativa, porque el enorme trabajo que se ha realizado en la presente administración encabezada primero por Gustavo Mendívil Amparán y ahora por Alberto Natanael Guerrero López, no será fácil ya no digamos de superar, sino al menos de igualar. No quiero que mi voto contribuya a que alguien estropee con un populismo mal entendido todo lo avanzado en este lapso, en materia administrativa, en capacitación al personal, en recursos humanos con el trabajo organizativo que se efectuó a través del Instituto Sonorense de Administración Pública (ISAP), pero sobre todo en obras que le dan otra imagen a la ciudad y al municipio en general, como el puente sobre el Río Mayo, como la pavimentación en colonias, la rehabilitación de calles, la recuperación del servicio de agua potable, y una buena lista de etcéteras más.

Escuché a mi madre prevenirme siempre de aprovechados, impíos, crueles, inhumanos, perversos, déspotas, insensibles. Por eso seguiré sus sabios consejos y no me dejaré engañar por candidatos como el que hacía de propagandista aquella mañana. Ni de otros que dicen que convergen en ideas e intereses…

EPPUR SI MUOVE   XI
(y sin embargo se mueve) 

No era tu voz, eras tú / La que cantaba flores rojas y amarillas / Cantabas las casas, las flores, las nubes / Las estrellas de esta noche /Que son tuyas y son mías.

Cualquier comentario acerca de esta columna precavida, puedes enviarlo al correo electrónico:  jcbalderas.urbi@gmail.com   Buenos días.

 

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