Limpia mi rostro como a un Cristo
Desclava esa espina que hay en mi frente
Mi recuerdo limpio guarda eternamente
Guárdalo para saber que existo
Déjame ver en tus ojos el llanto
y con un beso hacerlos escampar,
mi sangre y tus lágrimas sin debelar,
impresas en un blanco manto
Y después de este calvario umbrío
canta la endecha de mi fin opalescente,
de mi nirvánica existencia, fuente,
compendio lacónico del sino mío.
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