Siempre admiraré muchísimo a mi abuelo por ser un hombre que se sobrepuso a situaciones muy adversas en una época muy dificil y con muchos hijos. Y siempre recordaré su humor, su bonhomía, su caracter afable y su visión de la vida. No recuerdo haberlo visto bebido o fumando, tampoco dormía después de las 6 de la mañana, muchas veces a esa hora ya estaba trabajando.
Mi memoria lo trae sentado en su banco de madera, junto a su carrito rojo, un ícono en el patio de la vieja casa. Ahí está, con su sombrero y su eterno overol encima de su camisa blanca de manga corta, su leontina y su sonrisa y su pulcro bigote recortado, empuñando el filoso cuchillo para abrir el pan crujiente...
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