18 de noviembre de 2010

Carta de Karl Marx a su esposa Jenny Von Westphalen






"Las grandes pasiones, que debido a la cercanía de los enamorados adquieren la forma de pequeñas costumbres, vuelven a crecer y a alcanzar sus dimensiones naturales gracias a la influencia mágica de la distancia. Así ocurre con mi amor. Sólo necesitas separarte de mí en lo que dura un simple sueño, y en el acto me doy cuenta de que el tiempo sólo le ha servido como el sol y la lluvia sirven a las plantas: para hacerlas crecer. Mi amor por ti, en cuanto te alejas, aparece como lo que es: un brillante, en el cual todo mi espíritu y todo el carácter de mi corazón quedan comprimidos.

Te reirás, querida mía, y preguntarás cómo es que de pronto me nace toda esta retórica. Pero si pudiese oprimir tu corazón contra el mío, guardaría silencio y nada diría. Como no puedo besarte con los labios, debo besarte con la pluma y crear palabras. En verdad podría componer versos e imitar los versos de los Libri Tristum de Ovidio: en alemán, libros de lamentos. Él sólo fue exiliado por el emperador Augusto. Pero yo estoy exiliado de ti, y Ovidio no entendía esas cosas

En verdad existen muchas mujeres en el mundo, y algunas de ellas son hermosas. ¿Pero dónde puedo volver a encontrar un rostro en el cual cada una de las expresiones, cada línea, despierta de nuevo los más grandes y dulces recuerdos de mi vida? Aun mi dolor interminable, mis pérdidas irreparables, los leo en tu dulce rostro, y disipo mis dolores a besos cuando beso tu rostro querido. “Hundido en tus brazos, redespertado por los besos de ella”, es decir, en tus brazos y con tus besos, y de buena gana dejo a los brahamanes y a Pitágoras sus enseñanzas sobre el Renacimiento, y al cristianismo sus lecciones sobre la Resurrección
."



Verano de 1856.

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