28 de febrero de 2008

PEMEX, PRIVATIZACIÓN GRADUAL

 Por Juan Carlos Balderas Colunga

Partamos de una realidad concreta: la industria petrolera mexicana no está en su mejor momento. Hay que puntualizar que hace muchos años que en PEMEX no ha trabajado en los últimos sexenios en exploración de nuevos pozos, ni en generación de tecnología avanzada para la extracción en aguas profundas, menos aún en la renovación de todo el equipo existente.
Lo que muchos mexicanos no entendemos es por qué una empresa que es el sostén de la economía nacional, no es atendida por el gobierno con la importancia proporcional a la magnitud de la paraestatal y de sus problemáticas concretas.
Pero no creo que la empresa más grande de México, la que maneja el capital más abultado, tenga problemas de falta de dinero para esos trabajos. Más bien, según creo, ha faltado voluntad. Incluso pienso que muchos de los males que aquejan a la paraestatal, son totalmente premeditados, intencionales, para convencer al país de que la empresa no tiene futuro mientras esté en manos del estado, que es necesaria la intervención de capitales privados para salvarla o incluso, que el único remedio que nos queda a los mexicanos es venderla a quienes si cuentan con la tecnología, a los que sí sabrán manejarla y hacerla redituable.
Los partidarios de la privatización, con cierto disimulo insisten en que no se trata de tal, sino que la bendita inversión privada, nacional o extranjera, es la alternativa bienhechora ante la insolvencia del gobierno para la exploración intensiva de nuevos yacimientos (puesto que los actualmente en explotación están a punto de agotarse) y menos para adquirir la sofisticada tecnología necesaria para extraer petróleo de grandes profundidades marinas, como las que hay en el Golfo de México.
Pero aquel que invierte capital siempre espera una ganancia, la esencia de toda propiedad en general reside en la cuestión de quién es el beneficiario de la misma, ya que de nada sirve tener en la mano el título de propiedad legal de un bien si, a la hora de los hechos, no se reciben los beneficios correspondientes, por eso, lo que se propone es una privatización de hecho, de manera gradual, aunque se conserve formalmente la propiedad nacional.No es entonces la inversión privada lo que requiere PEMEX, sino una reestructuración total y a fondo, que comience por una administración honesta a toda prueba y que el gobierno deje de ordeñar sus finanzas, a través de impuestos, de manera irracional.
La ineptitud con que se maneja PEMEX es evidente por la falta de una política seria de industrialización y de crecimiento de nuestro aparato productivo que se apoye en nuestra reserva petrolera. No hay planes para procesar el petróleo en nuestro propio país y convertirlo en fuente de empleo, de buenos salarios y de materias primas (incluidos los combustibles que requiere nuestro sistema de transporte) para la industria nacional.
De que nos ha servido tener el petróleo, si no sabemos, siquiera, producir gasolinas sin azufre y sin plomo que al final terminamos comprando en el extranjero.
Por eso creo que el alboroto mediático de que el petróleo se nos acabará en 9 años si no accedemos a la inversión privada, no es causa del agotamiento de las reservas, sino de las presiones de los poderosos que nos compran el crudo y nos lo venden ya procesado. Lo quieren todo.
EPPUR SI MUOVE VI
(y sin embargo se mueve)
Con su embozo deslumbrante / Brillo de oro y diamante / Viene la muerte en veneno / Con apariencia de bueno.
Cualquier comentario acerca de esta columna petrolera, puedes enviarlo al correo electrónico: jcbalderas.urbi@gmail.com

Publicado en Queo.com.mx. Culiacán, Sinaloa

1 de febrero de 2008

RENEGOCIAR ¿PARA QUÉ?

 Por Juan Carlos Balderas Colunga

Miles de campesinos pertenecientes a diferentes organizaciones marcharon ayer en la capital de la República y en al menos nueve estados, entre ellos Sinaloa, con la intención de manifestar su desacuerdo al capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, (TLCAN) que entró en vigencia hace un mes exacto y exigir su renegociación para que, maíz, frijol y azúcar, producidos en México, puedan competir con esos mismos productos de orígenes estadounidense y canadiense.
Desde hace poco más de un mes, se ha venido tratando el asunto como si la renegociación fuera la salvación del agro que, durante años ha carecido de verdadera atención, especialmente desde que el país inició un proceso de industrialización, de aplicación de capitales, desde que México se convirtió en lo que los especialistas llaman “economía de mercado” (con todo y sus limitaciones) que ha dejado rezagado en ese sentido a una parte del campo mexicano.
Y es que en una sociedad cuya economía se basa en la producción de mercancías, es decir, productos para la compra-venta, los antiguos modos de producción de satisfactores para el autoconsumo, junto con la producción digámosle artesanal, están destinadas a desaparecer frente a las grandes empresas.
Sin ser un experto, y a riesgo de equivocarme, siempre pongo como ejemplo la producción de zapatos, que otrora se hacía manualmente en pequeños talleres, en los cuales muchas veces una misma persona hacía toda la labor de producción: curtir la piel, cortar, coser, pegar, etcétera. Pues bien, esos talleres ya no existen precisamente porque ese proceso de industrialización, esos pequeños fabricantes fueron devorados por grandes industrias que fabrican el mismo producto en mayores cantidades y por lo mismo a menor costo.
Lo mismo pasa en el campo, aquellos productores que producen alimentos en una o dos hectáreas, con el único fin de autoabastecerse; aquellos otros que tienen excedentes minúsculos para venderlos al mercado, no pueden competir con las empresas que han invertido capital para regar, para comprar maquinaria y fertilizantes, para acceder a mejores tecnologías de producción como son los invernaderos o las semillas mejoradas. Es lógico entonces, que hoy veamos como el capitalista del campo desplaza al pequeño productor y al campesino que trabaja para el autoconsumo.
Por eso creo que el intríngulis en el asunto de la entrada en vigor del capítulo agrario del TLC, el verdadero problema no es la falta de subsidios del gobierno, ni la liberación de aranceles a productos de la canasta básica en la comercialización entre Canadá, Estados Unidos y México.
Más bien, el problema radica, desde mi modesto punto de vista, en que el campesino (me refiero al pequeño productor, al ejidatario y al comunero) ha sido excluido de la capitalización del agro, nadie pensó que el desarrollo que implica la inversión debería llevarse también a esos sectores, aplicando métodos de organización auténtica, la formación de cooperativas agropecuarias con asesoría profesional en técnicas de producción y en materia financiera, en comercialización e incluso en la generación de productos secundarios, es decir, plantas procesadoras de alimentos y otras materias primas cuyo origen es la tierra cultivable.
Mi pregunta es: ¿Para qué se va a renegociar?, ¿Para mantener los modelos de producción rudimentarios y continuar con la vida campesina regida por los sagrados “usos y costumbres”?
Las movilizaciones de ayer tienen ese sentido, preservar las condiciones de supervivencia y condenar por la eternidad al campesino a ser dependientes de las migajas que con la nominación de “incentivos a la producción” les otrorga el gobierno para garantizar únicamente que no se mueran de hambre, pero nunca para mejorar de modo fundamental su nivel de vida.
No hay autenticidad en la demanda de renegociar el TLC solo por idealizar el “mexican curious” , carnada para el turismo, en que un sector de la izquierda pretende convertir al campesino, so pena de poner el grito en el cielo ante cualquier intento de involucrar al campesino en actividades generadoras de productos para el mercado, es decir, convertirlo en capitalista del campo.
Desde mi punto de vista, la verdadera solución que requiere el campo en nuestro país no es perpetuar la agricultura precapitalista, sino generar un desarrollo de las actividades primarias y con ello, aumentar y reforzar la producción de materias primas transformadas.
EPPUR SI MUOVE V
(y sin embargo se mueve)
Danza
Aquí estamos
Con la luna iluminándonos la cara
Y el viento de manta al hombro.
La lluvia cae Como esperanza de bondad en la tierra
Bocas que alimentar urgen esa presencia.
Es de madrugada
Todo se mueve
El día se hizo a las tres de la mañana
Y el sol sigue durmiendo
Ritual aparte
El agua inunda mis pies
Es hora de cerrar la acequia
Danza nocturna del maíz.
Cualquier comentario acerca de esta columna que no se negocia, puedes enviarlo al correo electrónico: jcbalderas.urbi@gmail.com

Publicado en Queo.com.mx. Culiacán, Sinaloa