a Paty (seguiré escribiendo)
(Soy el espíritu que siempre niega.
Y ello con razón, pues todo lo que nace
no vale más que para perecer.
Por eso sería mejor que nada surgiera.)
Parlamento de
Mefistófeles en
El Fausto, de
Goethe.
A pesar de las diferentes opiniones que se vierten en los medios de comunicación acerca de un hecho cualquiera, de los distintos enfoques en que se aborda tal o cual asunto, o lo que es lo mismo, de la diversidad de intereses que forman un punto de vista y que los medios de comunicación se encargan de difundir, la realidad es la que certifica o refuta a quienes divergen en sus comentarios. La realidad se impone, solemos decir cuando estamos ciertos de un hecho que es negado por estrategia o por desconocimiento, a pesar de que esa negación se repita una y otra vez como estribillo.
En las últimas semanas, quienes estamos atentos al acontecer noticioso, hemos sido testigos de un excesivo uso, por parte de cierto personaje, del recurso político-mediático de la negación. En efecto, la negación es un recurso que se utiliza políticamente para, depende el caso, ganar tiempo, desviar la atención o nada más para negar las cosas, tratar de demostrar la inexistencia de los hechos por la vía de la negativa absoluta; el intento de negar la realidad o negar lo que los demás saben que es cierto tiene como objetivo minimizar los costos o reducir la atención sobre algún tema o acción. “No es cierto”, “eso no pasó”, “es falso”, “yo no fui”… en fin, las modalidades no son pocas. Negar la realidad es algo que ayuda en determinados casos a mantener cierta esperanza sobre algo o alguien (negar la muerte de un ser querido, por ejemplo). Más o menos de la misma manera funciona en política: el personaje tiene la esperanza de que le crean a él y no a la realidad.
En la democracia mexicana los políticos y sus partidos han ido colando poco a poco la terrible táctica de ganarse simpatías destrozando, si es posible, a sus competidores; no tratan de ganarse a la población con sus hechos, demostrando que son mejor opción como organización política y como personas, como ciudadanos, sino escarbando en los estercoleros sociales para ver que encuentran que les sea útil para bañar de suciedad a sus adversarios. Y cuando no encuentran nada, lo inventan o simplemente, niegan rotundamente los hechos más crasos.
Tal es el caso de Héctor Arreola Ramos, quien vive en una especie de limbo surrealista en el que, para él y sólo para él, las obras de gobierno en los últimos dos años, simplemente no existen, según lo afirmó en el programa de radio en el que acostumbra a desahogar todas sus fobias que rayan en lo patológico. Alguna vez, Emmanuel Kant planteaba que los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas. Influenciado por esta teoría, quizá, pero con el afán protagonista que siempre le ha caracterizado, con el que siempre arremete contra el Gobierno Municipal que encabeza el alcalde Gustavo Mendívil Amparán, lanzó un cuestionamiento propio de un invidente: ¿dónde están las obras de las que tanto hablan?
Entonces, según el señor Arreola, la pavimentación de
El esfuerzo de toda una comunidad organizada es rebajado por don Héctor, así, a la ligera, a la visión nihilista de la negación del Ser, como lo hace Mefistófeles en la obra máxima de Goehte: El Fausto. Los psicólogos utilizan el término Negación Psicótica cuando las personas pierden totalmente la capacidad para captar la realidad, estamos ante un caso extremo, de urgente atención y quizá irreversible. Ese tipo de precandidatos no le conviene ni al PAN, menos a Navojoa.
EPPUR
SI MUOVE IV
(y
sin embargo se mueve)
Dije una chispa y se encendió el fuego/ Se hizo la luz a mi mortal palabra/ Unos huyen desesperados del ardor/ Otros miran entre penumbras/ Seres desnudos que pasean/ En rededor de esta hoguera.
Cualquier
comentario acerca de esta columna que sí existe, favor de enviarla al correo
electrónico: jcbalderas.urbi@gmail.com Buenos
días.
Publicado en el periódico El Informador del Mayo
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