Mi calle de la infancia. La privada Ponciano Arriaga, ahora más conocida como "el callejón".
La foto es de unos años antes de que demolieran algunas casas para hacer el Eje Vial. La tiendita que se en primer plano era de mi tía Antonia Colunga. Al fondo ya se ve el Mercado República, que fue construido en 1974. Yo vivía con mis papás y mi hermana en el 132 de esa calle, que era la casa de mis abuelos maternos. Es la que se ve junto al segundo poste de la derecha.
Encontrar esta foto en IMÁGENES ANTIGUAS DE SAN LUIS POTOSÍ me llenó de nostalgia. Los recuerdos de mis amigos de esa época infantil, Fede, Rafa, Pancho, Popo (Rodolfo), Raúl, Gerardo "la ranita", los días del trompo y las canicas; doña Teresa, la del puesto de gorditas en la mañana y pozole en las noches en los que le ayudaba su hija Carmela. También me acordé de la señora que nos ponchaba los balones que caían en su casa cuando jugábamos futbol con toda la calle como cancha.
Recuerdo cuando demolieron las casas, todo era escombros y las piezas de piedra de cantera que adoquinan las calles fueron apiladas para reutilizarlas varios meses después. Ese túmulo se convirtió en un nido de ratas que infestaron las casas cuando quitaron las piedras. La plaga de roedores duró varios meses y era común encontrarse ratas en la calle. Una escena digna de Camus.
Mi calle estaba plagada también de personajes sui generis, que parecían sacados de una película de Buñuel. Por esa época, en uno de los 4 callejones que hay en la privada, vivía un grupo de homosexuales travestis que usaban vestidos largos, de lentejuelas y bastante maquillaje para disimular las arrugas en la piel, huellas inequívocas de una edad bastante avanzada. "Juana" era la que hacía más presencia entre los vecinos, la más alta de su grupo, era musculosa, tenía una voz potente y se le notaba el vello en el pecho. Todos los vecinos recuerdan a Eusebio, "el Chevo", un comerciante de frutas que carecía de local, porque no le tocó cuando repartieron los del Mercado República y mantuvo su estatus de "comerciante informal" de los que, a pesar de estar siempre establecidos en un punto fijo con su carreta, reciben el adjetivo de "ambulantes". Un día, "Chevo" salió en el noticiero de Canal 13. En la vecindad se juntaron todos en la casa de la mamá de Neftalí, el "camello". En la Tv en blanco y negro se veía al "Chevo" encadenado en un poste de la Plaza de armas, frente al edificio del Ayuntamiento, en protesta por los desplegados policiacos en contra de todos los comerciantes que no tenían ni local, ni permisos. Así el humilde "Chevo" se convirtió, de la noche a la mañana, en una especie de héroe muy local, porque gracias a esa protesta, el gobierno municipal otorgó permisos para ese tipo de vendedores, que rebasaban 100 puestos de índole similar, expendedores de frutas, de frituras, de globos, de semillas, papas fritas y una gran diversidad de mercancías Esa noche, para celebrar el éxito de la protesta, a la casa del "Chevo" llegaron muchos de sus amigos con carrujos de marihuana que se fumaron durante toda la noche, dejando una humareda verde por toda la privada y que era imposible no inhalar. Todos los vecinos despertaron de buen ánimo al día siguiente. Yo también.