24 de febrero de 2014

DON LORENZO, MI ABUELO

Siempre admiraré muchísimo a mi abuelo por ser un hombre que se sobrepuso a situaciones muy adversas en una época muy dificil y con muchos hijos. Y siempre recordaré su humor, su bonhomía, su caracter afable y su visión de la vida. No recuerdo haberlo visto bebido o fumando, tampoco dormía después de las 6 de la mañana, muchas veces a esa hora ya estaba trabajando.

Don Lorenzo Balderas poseía esa sabiduría que dan los años a los hombres sencillos que observan la naturaleza. Podía predecir una lluvia cuando no había el menor indicio de ella y otras cosas igual de sorprendentes. Y era un ser capaz de dar enormes cantidades de amor a sus hijos y nietos.
Mi memoria lo trae sentado en su banco de madera, junto a su carrito rojo, un ícono en el patio de la vieja casa. Ahí está, con su sombrero y su eterno overol encima de su camisa blanca de manga corta, su leontina y su sonrisa y su pulcro bigote recortado, empuñando el filoso cuchillo para abrir el pan crujiente...