Por Juan Carlos Balderas Colunga
En materia de seguridad, hay datos que se omiten en el Segundo Informe de Gobierno de Felipe Calderón. Se evita decir, por ejemplo, que en este rubro las instituciones pasan por una fuerte crisis de credibilidad, debido a la falta de resultados que incidan de manera directa en la tranquilidad de los ciudadanos y que esto tuvo su mayor expresión en la marcha nacional organizada el sábado por la agrupación civil denominada “Iluminemos México”.
Tampoco se dice nada del fracaso de los 14 operativos implementados “en coordinación” de las policías estatales y federales con el Ejército, acorraladas desde el exterior por los embates de la delincuencia organizada, pero también desde el interior con la corrupción tan aguda que posibilita que los delincuentes no sean detenidos, y en los casos en que se capturan, los ministerios públicos y jueces, en vez de portarse severos, dejan en libertad fácilmente a los criminales.
Aunque los ciudadanos que salieron a las calles de todo el país, denominaron a la manifestación como Marcha contra la Violencia, en realidad el mensaje fue el rechazo a la ineficacia y a la complacencia de las autoridades, la incompetencia del gobierno ante un asunto que se ha tornado bastante delicado.
La seguridad publica es un asunto que ha puesto al gobierno calderonista contra la pared. El discurso gubernamental en esta materia, choca contra lo que la ciudadanía en general percibe. La frase acuñada recientemente por el empresario Alejandro Martí se ha multiplicado en las voces de todos aquellos que han sido víctimas de la delincuencia: “Si no pueden, renuncien”, y su significado se potencializa tantas veces como el número de manifestantes en todo el país.
Sin embargo, hay que decir también que las denuncias públicas de las víctimas no servirán para acabar con la ineficacia de las autoridades de seguridad pública, debido al arraigo sociocultural de la corrupción y como parte de ella, la impunidad.
Lo que necesitamos no son “más y mejores policías” sino una nueva cultura social, una nueva formación conceptual basada en valores como la honradez; el amor al trabajo; la solidaridad social con los más desprotegidos, no sólo en épocas de desastres naturales; el respeto a la verdad y a las personas.
Pero esto debe cundir con el ejemplo, no solamente en discursos vacíos e hipócritas o campañas mediáticas tendientes al sometimiento de unos, sin tocar los intereses propios. Tal ejemplo debe manar desde las clases poderosas, pues en cualquier sociedad “las ideas dominantes, son siempre las de la clase dominante”.
Los medios de comunicación juegan un papel preponderante. Es obligado revertir todo aquello que enaltecen las conductas delictivas, todo lo que hace que las veamos como algo “normal” con las cuales podemos coexistir siempre y cuando no afecten nuestro patrimonio o las vidas de seres cercanos. Trocar la subcultura del delito como medio de lograr riqueza, por una cultura que eleve el espíritu del pueblo sin que éste pierda su esencia.
Es importante que los mexicanos sepamos distinguir entre ciudadanos ejemplares e hipócritas porfiados y malintencionados. No se puede confiar en alguien que habla de terminar con la impunidad, pero al día siguiente pacta con Mario Marín y Ulises Ruiz; no podemos ni debemos encomendarnos a alguien que en el discurso pretende acabar con la corrupción, pero se alía por estrategia con Elba Esther Gordillo. Pero no nos sorprendamos de esto. Al fin y al cabo, a Calderón (y a sus “tablas”), esto y más “lo tiene sin cuidado”.
EPPUR SI MUOVE XIII
(Y sin embargo se mueve)
En el argot de la Lucha Libre, dicen que la tercera caída es la vencida. Yo mejor le ponía rueditas a la llanta trasera. Y sin embargo, se mueve.
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Publicado en Queo.com.mx. Culiacán, Sinaloa
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