No es cuestionable, de ninguna manera, la intención de adquirir maquinaria y vehículos con los que los navojoenses podamos tener mejores servicios: Nadie, ni el opositor más recalcitrante, podría estar en desacuerdo con cualquier acción para el progreso del municipio. Lo discutible es la fórmula simple que eligió el ayuntamiento de Jorge Alberto Elias Retes para hacerse de más recursos para cumplir con esos propósitos.
Creo que el alcalde se fue por la más fácil – el aumento al impuesto predial- debido a la falta de oficio político y un auténtico trabajo en equipo con sus regidores y con los diputados que representan a Navojoa en el Congreso del Estado, vaya, hasta el diputado morenista Próspero Valenzuela ha planteado dar reversa a lo que él mismo apoyó con su voto.
Hay otras maneras de que el gobierno municipal se allegue recursos: En Navojoa hay aproximadamente 65 mil predios, pero solamente alrededor de 20 mil pagan predial, de acuerdo a estadísticas de los últimos 15 años.
La estrategia de aumentar el impuesto predial implementada por el alcalde sólo consigue cargarle el peso tributario a ese 30% que sí son cumplidos. Eso también significa que lo más probable es que no se va a lograr la meta de 80 millones de pesos en recaudación por concepto de impuestos prediales, acaso 25 o 30 millones en el mejor de los casos, lo que significaría una de dos cosas: poner a funcionar el sesudo “Plan B” del alcalde, que es la adquisición de un crédito, es decir, deuda por la cantidad que falte para completar los ingresos que se requieren para adquirir toda la maquinaria que el alcalde ha anunciado en sus redes sociales (en el ejemplo hipotético que señalamos, la deuda sería de unos 50 millones de pesos) o simplemente no cumplir con lo que se está prometiendo.
El crédito, en caso de que se opere, tampoco es producto de trabajo del cabildo, sino un seguro abierto para todos los municipios.
De los casi 45 mil que no pagan, hay cerca de 20 mil que habitan un predio de manera irregular o cuentan solamente con una carta de posesión. Si la administración municipal gestionara programas de regularización con el gobierno estatal, tendría doble beneficio: por un lado, el agradecimiento a la administración que le ayuda a tener certeza jurídica sobre un patrimonio, que se traduciría en votos para su partido, y por el otro, mayor captación de recursos vía pagos.
La aportación de 20 mil contribuyentes que sí cumplen, más lo que se reciba de esos otros 20 mil por sus trámites de regularización, resultaría en casi dos tercios del total de contribuyentes aportando para los proyectos del alcalde. Duplicar la base tributaria pudiera ser la primera fase de una estrategia de mayor recaudación.
Tampoco se ha contemplado acercarse a los 25 mil ciudadanos que no aportan sus contribuciones. Se ha planteado la visita casa por casa, sin revisar si son domicilios deudores o no, en lugar de revisar casos concretos y plantearles soluciones específicas.
Por lo pronto ya hay grupos que se están organizando para hacer frente por la vía legal a la imposición. Tienen 2 meses para echar atrás la Ley de ingresos y ante la inconformidad creciente, el Cabildo debería ponerse desde ya a buscar otras fuentes de ingresos, porque el circo se puede caer antes de empezar la función.
20 de enero de 2025
UNA ALTERNATIVA PARA CAPTAR INGRESOS, SIN SUBIR IMPUESTOS
13 de enero de 2025
Una lección de política para el alcalde
La democracia, para que lo sea,
requiere de consensos en las decisiones más importantes. Ningún Estado que se
autodenomine democrático puede ejercer la simple voluntad de quienes ostentan
los máximos cargos públicos con la excusa de la representación popular.
Cuando los ciudadanos acudimos a
las urnas para elegir gobernantes, lo hacemos con la convicción de que aquellos
por quienes emitimos un sufragio son los hombres y mujeres más indicados para
desempeñar la responsabilidad de dirigir a un país, un estado o un municipio;
que son los más preparados con los conocimientos generales que le permitan
hacer el mejor diagnóstico de la problemática social y, por ende, también
sabrán aplicar la mejor solución para cada situación concreta, auxiliados por
especialistas en cada uno de los aspectos del ejercicio del poder.
Es cierto que los gobernantes
pueden contar en sus equipos con hombres y mujeres con experiencia vasta,
conocedores de contextos muy específicos, pero, sin lugar a dudas, el
gobernante debe propiciar la participación de la sociedad, como el elemento más
indispensable para el ejercicio de sus funciones. El vínculo entre gobernantes
y gobernados -lo que Jürgen Habermas llama Democracia deliberativa- implica la
discusión pública y el diálogo con los ciudadanos como forma del progreso
colectivo. Se trata de ejercicios de comunicación con el objetivo de alcanzar
un consenso basado en la fuerza de los argumentos y no en la imposición de una
posición.
Parece que, en el asunto del
aumento del impuesto predial, el cabildo de Navojoa, el alcalde Jorge Alberto
Elías Retes y los diputados, pasaron por alto esta condición de la democracia.
No hubo discusión con los diversos sectores, ni siquiera una información de las
buenas intenciones que se proyectan con la captación de mayores recursos para
el municipio. Todo se mantuvo en
secrecía por “razones políticas”. Como si la armonía entre gobernantes y
gobernados no fuera una razón política de suficiente peso. La soberbia se
impuso paralela al incremento.
Apenas el viernes, cuando el
asunto ya es irreversible, hubo acercamiento, en una reunión que los
empresarios afiliados a Coparmex solicitaron con el presidente municipal. El
diálogo se dio, respetuoso. Las tesis de lo que pudo haber sido afloraron, e
incluso los desacuerdos, pero sin aspavientos. Un diálogo maduro con un
resultado dialéctico, del que, tanto las autoridades como los empresarios,
salieron conformes y con acuerdos. Sus tesis opuestas evolucionaron en una mayor
que unifica los dos criterios: el progreso del municipio.
Los empresarios se llevaron una
idea más amplia de lo que significa la decisión, de lo que implica el
sacrificio de los contribuyentes, con la esperanza de realmente “llevar a
Navojoa al siguiente nivel”, en los hechos y no sólo como una frase
propagandística. Total, lo peor que puede ocurrir es que haya un poco más de
deuda para el municipio (la diferencia entre lo que se proyecta recaudar y la
recaudación real). El alcalde, por su parte, se llevó una muy buena lección de
política: la democracia, para que sea real, requiere de consensos en las
decisiones más importantes.
3 de enero de 2025
Teléfono negro ¿realismo mágico de suspenso?
El cine, para ser espectacular, recurre a elementos que magnifiquen una historia. Así vemos superproducciones con efectos especiales que resaltan las capacidades humanas para hacer el bien o el mal, según sea el caso y en ocasiones son más protagonistas que la propia narración visual. Explosiones que destruyen ciudades, pero de las cuales los héroes protagonistas siempre resultan ilesos; hombres y mujeres con capacidades imposibles para manipular a la tierra, al agua, al fuego, al viento; seres que mutan su condición humana para convertirse en animales; máquinas humanizadas y muchas variantes y combinaciones de lo mismo.
Hay otras formas más sencillas de agregarle énfasis a la historia, sin tener que invertir grandes sumas y que además están más cerca de la condición humana, son narraciones de personas comunes que poseen alguna cualidad escondida o incluso desconocida para ellos mismos: poderes sobrenaturales, seres con memoria increíble, videntes, prestidigitadores habilísimos y toda una serie de destrezas y eventos únicos que remarcan mitos y leyendas.
Contar una historia en una película, entonces, requiere de
poseer talento e ingenio para enaltecer una crónica visual.
Scott Derrickson es el guinista y director de “Telefono
Negro”, una historia que según la propia cinta, está basada en hechos reales y que
nos cuenta las vivencias de Finney, un niño de 13 años que conoce a otros
chicos de su edad que han desaparecido, raptados por un sicópata que utiliza el
mismo patrón para operar: una van negra que, por el número de víctimas ya posee
la fama de estar siempre en el pequeño pueblo en el que se desarrollan los
acontecimientos, sin embargo, la policía no encamina sus investigaciones desde
esa perspectiva. El delincuente siempre deja la misma pista: globos negros que semánticamente
son su sello personal
Después de que Finney es atacado por el típico grupo
pandilleril de secundaria, otro adolescente, Robin, los enfrenta para defender
al muchacho, lo que acerca a ambos en una naciente amistad que será truncada
con la noticia de la desaparición de Robin.
La lógica se rompe en la narración de manera reiterada, como
lo que señalaba arriba en relación con el vehículo y las investigaciones
policiales. Pero es cine y no hay manera de que los hechos se apeguen a lo
formal.
No hay ninguna precaución, los padres siguen permitiendo a
sus hijos adolescentes salir sin acompañamiento. Ningún joven que está enterado
de lo que ocurre en su entorno se acercaría a una van negra, menos aún
entablaría conversación con quien la conduce, mucho menos si lo que ve dentro
de la camioneta son globos negros. Pero Finney estaba ahí, sin ese quebranto de
lo racional no tendríamos película.
Y es aquí donde lo inverosímil rebasa la línea y nos coloca
frente a una historia de realismo mágico: Gwen, la hermana menor de Finney,
posee poderes paranormales que ella no controla. Es un caso de onironancia, esa
facultad de ver el futuro en sueños, que será ignorada por los adultos y que
explica la mala relación con el padre de la niña, pues se da a entender que la
madre poseía poderes similares y que ello causó la separación del hogar. Lo que
ella ve acerca de su hermano será importante para el rescate.
Finney es llevado a un sótano en el que no hay más que un
colchón y un viejo teléfono de disco, negro,
para darle un toque aún más misterioso, pegado a una pared, pero está desconectado.
Quizá el instinto hace que Finney intente una llamada, aunque pronto se da
cuenta de que el cable está roto.
Una tarde, misteriosamente el teléfono suena y Finney descuelga la bocina y se comunica con los cinco jóvenes, ahora sin vida, que estuvieron en el mismo lugar y las mismas condiciones en los que ahora se encuentra él. Ellos le dan pistas e indicaciones para poder salvarse, lo que finalmente logra. Como todo héroe cinematográfico, el joven encuentra en lo imposible, la ruta de su victoria frente al mal.
Es una especie de realismo mágico aplicado en una película de
suspenso. Tienen que suceder cosas extraordinarias para que la historia se
encamine hacia el desenlace que el público espera. La moral de lo deseable
empuja el relato, con técnicas no ortodoxas, a un final feliz.
19 de diciembre de 2024
Cien años de soledad: otros recursos, otros tiempos, más soledad.
Algo extraño se experimenta cuando uno lee una novela y posteriormente mira una producción visual, sea película o serie televisiva, basada en la obra. Muy poco de lo que la imaginación particular concibió durante la lectura se plasma en el producto audiovisual y deforma, para enriquecer o quebrantar, al menos una parte de lo que uno había asimilado de la experiencia literaria.
Personajes, lugares, colores, paisajes, detalles, pasan a ser otra versión de lo que habíamos leído y ahora consumimos lo que el director de otra obra, tiene en su propia interpretación del mismo texto. Sin embargo, creo que todo eso son solo matices, aderezos de una trama que no se puede cambiar sin correr el riesgo de transformar la historia que se cuenta, en otra muy distinta. Lo esencial debe respetarse para poder narrar la misma historia con recursos diferentes al escrito original.
Pese a que hay quienes señalan que la producción de la serie Cien años de soledad, distribuida recientemente en Netflix, carece de actuaciones relevantes que cautiven a la audiencia – afirmación con la que no estoy de acuerdo- la historia que nos cuentan el argentino Alex García López y la colombiana Laura Mora, directores de la serie, se apegan lo más posible a la historia del nacimiento, auge y deterioro de Macondo y sus personajes describen todas las etapas de la historia de la humanidad.
El hilo conductor de la historia en la que aparecen personajes principales y secundarios, es la existencia de un lugar de convivencia equitativo, en el que no había leyes ni diferencias sociales. Ese lugar imaginario que ha sido motivo de otras obras que acuden al argumento desde un punto de vista filosófico: ¿cómo sería la convivencia humana sin los elementos sociales que propician la distinción de grupos? Como en “El señor de las moscas” o en “La laguna azul”, los personajes se topan con la religión como elemento disruptivo de la inocencia humana, en el Macondo concebido por García Márquez, la sociedad se fractura al aparecer la división en “azules” y “rojos” o “conservadores” y “revolucionarios”, es decir, una lucha de clases propiciada por alguien ajeno, tal cual es Apolinar Moscote, “designado” por el gobierno para ser el corregidor en ese pueblo. Ese recurso literario de la imposición centralista de un representante del gobierno, ha sido utilizado también en producciones mexicanas como “La ley de Herodes”, aunque sin un propósito filosófico ni reflexión, sino puramente panfletario.
José Arcadio Buendía, con su percepción de alquimista, herencia de su amigo, el gitano Melquiades, lo había visto venir: la presencia de Apolinar Moscote y lo que representaba, traería la desgracia al pueblo.
No es la condición humana la que propicia la guerra en Macondo, sino a la inversa. Es el enfrentamiento el que engendra personajes tanto heroicos como absurdos. Así surge el Arcadio tiránico con su uniforme de jefe militar, caricatura de las dictaduras latinoamericanas de los 60´s y 70´s, las cuales enfrentaron guerrillas populares como la que en la novela protagoniza la encabezada por Aureliano Buendía, caracterizado en la serie con un mostacho al estilo de Emiliano Zapata, dirigiendo tropas de rebeldes que no desean que haya un gobierno que les imponga de qué color deben pintar su casa, pero contradictoriamente, tendrán que imponer su punto de vista con los mismos medios que lo hace el Estado.
La trama desenvuelve las pasiones individuales de cada uno de los personajes y en su interrelación se convierten en el combustible para otros sentimientos que no conocían: la envidia, el rencor, el odio, la culpa.
Los primeros 8 capítulos entregan una producción aceptable que logra de buena manera, al menos esbozar los fenómenos de la fantasía que describe García Márquez. Los describen con recursos tecnológicos, tan vistos en otras producciones, que no consiguen sorprender al espectador. Ni las levitaciones de Aureliano, ni el retorno a la vida de Melquiades, ni la lluvia de flores amarillas el día del sepelio del fundador de Macondo.
Son otros tiempos, es otro público y la cultura dominante ha pasado por una metamorfosis. La forma de ver Cien años de soledad, después de más de medio siglo de haber aparecido publicada la primera edición de la novela, ha cambiado, pero eso nos revela más vacíos, somos ahora menos receptivos de los ideales por los que lucha Aureliano; más carentes de las pasiones que conmueven a Úrsula, Amaranta y Rebeca; y menos inocentes que José Arcadio tocando el hielo por primera vez. La soledad del hombre de nuestros días es aún más densa que la que describe la obra y ni siquiera vislumbramos la oportunidad de empezar de nuevo, construyendo nuestro propio Macondo.
Ya espero ansioso la segunda parte que vendrá en abril de 2025.
11 de diciembre de 2024
Mary
(Este texto contiene spoilers)
De niño, mis papás me llevaron
algunas veces al cine, no tantas como yo hubiera deseado, pero eso era lo que
había. En esos años las películas animadas para público infantil no eran tan
frecuentes ni tan diversas como hoy, nuestro cupo de héroes era limitado, así
que Blanca Nieves, Bambi y Fantasía nos resultaban maravillosas aventuras que
se suspendían por 10 o 15 minutos de intermedio, tras el persuasivo anuncio de
chocolates Pon Pons, de Sanborn´s, aunque yo prefería los chocolates Presidente
o una bolsita de Lunetas y unos Piedrulces que saltaban en la boca por su
efecto efervescente. Mi papá creía que los Toblerone eran chocolates finos, por
la forma triangular. Yo siempre creí que solamente eran más caros.
Las salas de cine de entonces y
de ahora son negocios con un amplio poder persuasivo. Y no hablo solamente de
los anuncios, sino de todo aquello que es manipulable en el público que asiste.
Por las películas tenemos una infinidad de negocios que venden y revenden la
imagen de una cinta, y esto lo demuestra cualquier fiesta infantil “temática”
con piñatas de “Alegría” o “Moana”, para estar en tendencia, (antes se decía “estar
de moda”) Y el niño o niña con su cosplay (disfraz) del personaje del momento.
Ahí está el cine influyendo en nuestra vida diaria, moldeando la conducta, el
pensamiento, las costumbres, las creencias, en fin, la cultura de la sociedad.
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"Mary", película producida por Netflix, dirigida por DJ Caruso |
Esto pensaba mientras veía “Mary”, una de las películas del top ten de Netflix, dirigida por Dj Caruso, quien es más conocido por películas de acción y ciencia ficción como Eagle eye, I am number four, Paranoia, entre otras.
La película cuenta la vida de
María, la madre de Jesús de Nazareth, desde antes de su nacimiento, pues, según
la mitología hebrea, ella nació elegida por dios para ser, 18 años después, la
madre del mesías de Judea. Caruso plasma la vida de María, con recursos que
rompen los esquemas de la narrativa clásica de la natividad de Jesús. Vemos a
José asesinando a un soldado romano, a María pateando una ventana y saltando
desde un techo, para luego escapar entre inmensas llamas, al más puro estilo
hollywoodense, para salvar la vida de su hijo, perseguido por el Rey Herodes,
interpretado por Anthony Hopkins, quien a sus 86 años luce, pero está lejos de
cautivar positiva o negativamente como ha ocurrido en otros papeles. Vemos también ángeles sin las alas ni los halos
de divinidad, en su lugar, personajes que parecieran el resultado simbiótico de
The crow y Lord Voldemort.
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Anthony Hopkins interpreta al rey Herodes |
Hay en la película una buena producción, efectos especiales sencillos y caracterizaciones elementales que logran su propósito semántico. La ambientación de lo que era Israel hace más de 2000 años, la pobreza y lo rudimentario de la vida, me evocaron más a la Tijuana de hoy. La humanidad ha progresado poco desde entonces, seguimos teniendo caseríos paupérrimos en cerros inhóspitos, carentes de toda marca de progreso.
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La ambientación de la pobreza y vida rudimentaria evoca más a la Tijuana de hoy |
La cinta parece que no
trascenderá la época navideña, es para verla y ya, sin que contribuya a una
reflexión humanista profunda de la existencia, a pesar de ser una historia
basada en la fe y la religión, sin embargo, contiene una gran carga ideológica.
Escenas como aquella en la que Herodes habla consigo mismo y dice “Cuidado con
la tiranía del bien común”, encierran una visión filosófica de esa pugna que
encontramos en toda la Historia de la humanidad: la lucha de clases. O la escena de la sencilla boda de María y
José, ella embarazada es cubierta con el manto de José, simbolizando la unión matrimonial
en una sociedad patriarcal, pero que en este caso concreto, tiene como elemento
principal a la mujer, por su fortaleza, su aceptación del destino y su lucha
por sus creencias, incluso contra el mal, que le habla en diversos momentos,
personificado en la aparición de Luzbel.
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María, en el humilde lugar del nacimiento de Jesús |
En resumen, tenemos una película de regular a buena, al menos entretenida, que sólo sostiene un relativo éxito que obedece más a la temporada que a la calidad del filme. La llegada de los tres reyes de Oriente apenas es narrada en menos de 10 segundos.
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La llegada de los tres reyes de Oriente, narrado en 10 segundos de película |