No me parece mal que cualquier alcalde del planeta, aproveche el formalismo de un evento, que se realiza más como una obligación que conlleva un protocolo, para hacerse una buena campaña de propaganda que reanime su imagen personal, pero hasta el producto más simple debe tener un respaldo cualitativo. Si una bebida X que se anuncia, vb. gr. como lácteo con cacao, debe contener, en tanto que es un producto, leche y cacao, si no, es otra cosa. De la misma manera, si un político se autopromociona haciendo énfasis en determinadas cualidades, por ejemplo las de ser justo y honorable, pero en los hechos se salta la ley y perjudica a los ciudadanos, lo que estamos viendo es simplemente publicidad engañosa.
Algo así pasa en los informes de gobierno. Si quien da parte de los actos realizados con el fin de ejercer la administración pública en cualquier nivel, tiene el respaldo de hechos que avalen el discurso, no hay más que reconocer tal labor. Si por el contrario, lo que escuchamos contraviene o desvirtúa a la realidad, para fines de un análisis serio, tendremos que subrayar las oquedades.
Hoy en día es más frecuente que veamos en estos informes, simples actos en los cuales algunos personajes que ostentan la responsabilidad de encabezar una delegación, un municipio, un estado o hasta un país, otorgan mayor relevancia a la envoltura antes que a lo sustancioso, que es el trabajo. Como diría Hegel: “Todo lo racional es real; y solo lo real es racional"
Lo que el alcalde Jorge Alberto Elías Retes presentó esta semana, no cabe en el concepto de Informe. Fue una serie de datos escuetos, sin estructura y algunos de ellos sin un sustento de trabajo propio. Se paró frente a la concurrencia en el Teatro Auditorio Romeo Gómez Aguilar por tercera vez, a pesar de ello, se exhibió un acto con muchos errores de logística, como el hecho de acarrear gente de algunas comunidades. En primer lugar, ese acto por sí mismo revela una distinción clasista, asignándoles un lugar afuera del Teatro Auditorio. En el discurso “Primero los pobres” y en los hechos, que los pobres se queden afuera.
No tuvo ninguna relevancia el acarreo, la gente afuera no prestaba atención a la pantalla a la que llegaba la señal con retraso y ocasionalmente se congelaba la imagen. Pasaron el tiempo en pláticas entre ellos y otros scroleando Facebook para ver reels y otras cosas similares que están ahí para entretenimiento. Además, la gran mayoría de las personas que llegaron en camiones se fueron antes de que el alcalde llegara a la mitad de su lectura. (Aquí cabe decir que un niño de tercero de primaria lee mejor. Aparte, no le dieron el texto antes para que lo revisara y tuvo que corregir e incluir datos ya en el evento.
Muchos otros, a los que sí se les permitió la entrada al recinto oficial, también abandonaron el tedioso “informe”, incluso funcionarios con niveles de directivos se cansaron de escuchar la pasmosa voz de Elías Retes, quien a falta de trabajo efectivo se colgó de los apoyos federales y estatales que ni siquiera fueron por su gestión. ¿Por qué “informa” sobre la inauguración del Hospital del IMSS si ninguna de las dos administraciones que ha encabezado tuvieron que ver en ese proyecto? Sin ese contenido ajeno, su alocución habría sido tan macilenta como la fotografía de un enfermo.
Otro recurso para “rellenar” lo vacío fue la exhibición de la flotilla de vehículos adquiridos recientemente. Ahí debemos reconocer un acierto, pero en mi parecer era completamente innecesaria la presencia de camiones y camionetas sin otro propósito que adornar el evento, quizá porque tal adquisición es lo único notable en lo que va de la administración municipal, sin contar que la mayoría de estos se financiaron con una nueva deuda, que el alcalde también esquivó mencionar.
Evadir la realidad es ausencia de autocrítica y eso es una característica personal del alcalde de Navojoa y aquí van varios ejemplos: La ciudad está llena de baches y zanjas con trabajos municipales abandonados y lo único que recibimos los ciudadanos fue la promesa de que lo van a atender. Él le llama a eso "esperanza". Elías Retes eludió hablar de los aumentos al impuesto predial y a las tarifas de agua potable, apenas dijo "tuvimos que hacer lo que ya saben". Tampoco habló de los reveses judiciales que obligan a la administración municipal a revertir decisiones mal tomadas, sin sustento jurídico y que costaron multas que impactan al erario.
En un año se han cometido muchos errores, pero el ego y la soberbia del alcalde no le permiten reconocerlos públicamente y quienes deberían cumplir la función de asesorarlo, solo le aplauden y lo envanecen aún más.
Hay elementos para creer que los dos años restantes van a ser iguales, con más pena que gloria. Durante el tiempo que le resta a la administración no se puede esperar que haya progreso en el municipio, no digamos significativo, sino al menos perceptible para los ciudadanos. Como diría un viejo profesor de física: "Un cuerpo frío no puede ser una fuente de calor".