15 de junio de 2008

SÍ A LA CONSULTA

 Me van a volver a regañar, eso es seguro, como sucedió con mi anterior colaboración (casi me cuesta la censura definitiva) por estar en desacuerdo, otra vez, con posturas políticas propias de una dictadura (lo que revela también la personalidad de quien escribe), bajo la inocente máscara de demócrata porfiado, cofrade de las causas más nobles del pueblo y severísimo crítico de cuanto ganan o dejan de ganar los políticos. Pero que me disculpe la plana mayor, yo sí estoy de acuerdo con que se haga una consulta pública para que sea tomada en cuenta en el debate sobre la Reforma Energética.

Y es que muchas de las críticas que hacían los partidos políticos de oposición (oh! posición), especialmente la derecha representada por el PAN, cuando el PRI se ostentaba en la Presidencia de la República, se basaban en la práctica engañosa de una democracia concebida en grupos pequeños, en arreglos entre las cúpulas de la clase política de entonces, sin que la opinión del ciudadano común fuese tomada en cuenta en lo más mínimo. En ese tiempo se hablaba de que el PRI ejercía la dictadura de partido, que sus decisiones eran unilaterales y se pugnaba por la ciudadanización de organismos clave.

En el contexto de una sociedad que se ha modificado, que ha generado cambios estructurales de forma, presuntamente para fortalecer la democracia, lo más lógico es que, consecuentemente las mayorías tengan una participación directa y no sólo a través de sus representantes, para hacer valer el significado más amplio de aquel concepto. Y en este caso específico, la consulta promovida por el gobierno del Distrito Federal que encabeza Marcelo Ebrard es una oportunidad de dejar atrás esa época de una vez por todas.

Y aún más, los mexicanos tenemos el derecho a decidir sobre ese bien nacional que es el petróleo, sin necesidad de ser expertos en materia de tecnologías relacionadas con su extracción del subsuelo y producción de derivados, como tampoco lo son todos los que ahora tienen en sus manos la decisión de permitir que unos cuantos empresarios se queden con una buena parte de las ganancias que implican esos procesos.

Pero una cosa es clara, PEMEX es de los mexicanos y no es patrimonio exclusivo de la clase política, ni siquiera porque hayan sido electos, pues todos sabemos que tales representantes nunca han obedecido a los intereses auténticos de los ciudadanos, si así fuese seríamos un país avanzado, con un buen nivel general de educación escolar, con buen nivel de vida, con empleos bien remunerados, con índices delictivos muy bajos, con desarrollo científico y deportivo. Pero nuestra realidad es que, debido a que esos representantes defienden solamente intereses particulares y de grupo, no son los más aptos para tal asunto, desde el ángulo del que sugiere que sean ellos exclusivamente los que resuelvan el futuro de la paraestatal y que toda iniciativa ciudadana quede desechada de manera automática.

Pienso que tal vez resulte ofensivo para algunos políticos y hasta para algunos economistas con especialidades y diplomados, que en una consulta, el pueblo despliegue toda la sabiduría acumulada en la experiencia de sobrevivir por años, a pesar de sus gobernantes, y que sus respuestas, presentadas de manera rústica, hagan asomar el ridículo que hacen otros que presumen de saber más que el pueblo y luego se hagan pasar por humildes.

EPPUR SI MUOVE XI
(Y sin embargo se mueve)

A mis tres lectores: puede que esta sea la última vez que se publique Urbi et Orbi en este medio (Queo) (tal vez ni siquiera los dos más apegados alcancen a leerla antes de que estas letras sean pasadas por la virtual censura), ni modo, son gajes del oficio. Así que va esta como despedida, mientras dure en línea. Ya habrá otras tribunas. Y sin embargo se mueve.

Cualquier comentario acerca de esta columna que no ha sido consultada, puedes enviarla al correo electrónico : jcbalderas.urbi@gmail.com

Publicado en Queo.com.mx

2 de junio de 2008

LA MILITANCIA FANÁTICA Y LA DIALÉCTICA DE LA HISTORIA

Siempre que alguien se refiere a un asunto relativo a la historia de México - en el último siglo, por ejemplo- y no se desliga de sus preferencias políticas, corre el riesgo de omitir voluntaria o involuntariamente, algunos datos que pudieran tener alguna relevancia en el “análisis”, o lo que es peor, adaptarlos al contexto que mejor conviene a la fracción de la sociedad que le toca narrarla. Se trata pues, de una distorsión de los acontecimientos reales, de una alteración de la historia.


Este fenómeno de interpretar la realidad histórica según el color del partido político, no es exclusivo de gobiernos de otras partes del planeta que algunos califican como totalitarios, sino que son más bien una representación de la lucha ideológica que enfrentan todos los días, quienes se disputan el poder, una guerra de ideas de las que México no está exento, ni ahora ni antes.


Algunos “articulistas” sin formación, se vuelven de la noche a la mañana en historiadores y fríamente nos recetan su versión parcial del “México moderno” como verdad universal, pues en el afán de señalar todos los errores del pasado para poder sustentar que hoy tenemos un mejor país, se rasgan las vestiduras y categóricos, afirman que “los gobiernos federales emanados del PRI durante más de 70 años, sólo querían perpetuarse en el poder sin importarles el sufrimiento del pueblo, al que únicamente visitaban cuando tenían la necesidad de votos”.


Palabras más, palabras menos, lo que los ideólogos del partido en el poder nos quieren hacer creer es que, de los vicios sociales que existieron y se fomentaron en la época que gobernó el PRI, ya no quedan más que reminiscencias, ya que, con la varita mágica de las virtudes y las buenas costumbres de los gobernantes de hoy, padres de familia ejemplares porque van a misa todos los domingos, las cosas en el país están mejor y aquellas malas costumbres quedaron, tan sólo con su arribo al poder, como malas anécdotas de otros tiempos.


Lo cierto es que no. La corrupción es una práctica que ya existía en tiempos de la colonia, “debido a que los oficios burocráticos en la Nueva España estaban sometidos a la dura prueba del tiempo, pues la duración de ciertos cargos, una vez adquiridos por compra, no pasaba de cinco años, por lo que el tiempo urgía si se quería recuperar la inversión. Esta circunstancia de apremio obligó a muchos funcionarios astutos a echar mano de cuanto recurso encontraron para usufructuar al máximo su cargo. Especialmente, los corregidores y alcaldes mayores, solían imponer a los indios la obligación de realizar servicios personales o de venderles ciertos productos (…) además, acaparaban el abasto en periodos de escasez, establecían redes de lealtades personales, y por lo general, interpretaban la ley en su favor y de ese modo obtenían sus granjerías” 1


La corrupción, entonces, no es característica exclusiva de los gobiernos emanados del PRI, sino un acto de poder, que seguirá presente en tanto el estado represente solamente a una clase política y sirva como instrumento de dominio sobre el resto de la sociedad.


Vicios como la corrupción y el clientelismo político, son la bandera favorita de los fanáticos militantes, y ocurre por igual en las críticas que se lanzan hacia el pasado por quienes fueron oposición, como en las que hoy se lanzan hacia los que tienen el poder e incurren en las mismas viejas prácticas que antes criticaron.


De la misma manera que hace casi cien años Francisco I. Madero se hizo de las simpatías del pueblo con su teorema del “Sufragio Efectivo, No Reelección”, que servía para criticar al gobierno de Porfirio Díaz, en el que había mucho menos nivel de pobreza que en nuestros días, en el que los satisfactores eran proporcionalmente mayores para los ciudadanos y el nivel cultural general era bastante amplio.


Hoy, los panistas usan la misma estrategia para decir que ellos son los buenos, que los malos gobernantes eran de otra época y exclusivamente, por una especie de selección natural, de otro partido. Como si pertenecer a uno u otro partido político fuera suficiente para ser o no ser corrupto o electorero, o simple levantadedos. Porque los hay, sí, pero en todos los partidos a cual más.


En casi ocho años años de gobierno panista no ha cambiado nada esencial, sólo pequeñas modificaciones de forma pero no de contenido. Y en algunos casos específicos, la inercia de los retrocesos se hace más marcada como en la educación.


En 1976, el gasto para educación era del 12.1 % del Presupuesto Federal; en 1981 fue del 10.5, pero el incremento en términos reales entre 1976 y 1982 fue de 91.2 por ciento, es decir, en seis años, casi se duplicó.


En el sexenio de Miguel de La Madrid, hubo un retroceso en ese rubro, debido a que, el gobierno federal destinaba hasta 8.3 pesos por cada uno que invertía en educación, para pagar el servicio de la deuda externa, generada por la crisis que inició en 1977, pero como ya señalé antes, incluso en este periodo de dificultades económicas se destinaba proporcionalmente más a la educación que hoy en el gobierno de Felipe Calderón que es de 6.9 %, según datos oficiales.


Otro caso es el desempleo, cuya tasa de desocupación nacional en el primer trimestre de 2006 era de 3.5 % de la Población Económicamente Activa; en el mismo periodo, pero de 2007 se elevó a 4.0 y para los primeros tres meses del presente año la estadística se ubicó en 3.9.


Tal vez algunas cosas marchen mejor ahora, habría que profundizar en detalles para señalar lo que ha cambiado para bien, pero en ese sentido todo opinador debe ser prudente y reconocer que logros como el Seguro Popular no hubieran podido serlo sin no se contara con una estructura física de hospitales que se han construido a lo largo de muchos años y con un sistema de salud ya encarrilado. De eso y más puede presumir el PRI, aunque algunos se limiten simplemente a ignorar lo hecho.


La Historia es un proceso dialéctico, los cambios en la sociedad son graduales y quienes ayer detentaron el poder, contribuyeron con la parte que les tocó desempeñar, su misión histórica. Hay cosas que hay que modificar, pero el progreso que tenemos hoy, poco o mucho, no se ha construido en los siete años de gobiernos panistas, se ha hecho, incluso, pese a que los representantes de ese partido se han opuesto a iniciativas, igualito a lo que ocurre hoy con el gobierno de Calderón.


El pueblo estará satisfecho con su gobierno siempre y cuando vea resueltos sus problemas más esenciales, cuando el sistema político se refleje para bien de su bolsillo y su estómago, pero mientras tanto, seguirá despreciando a gobernantes viles, que ponderan el compromiso político por sobre el interés popular, que favorecen a unos cuantos amigos y familiares con contratos millonarios para sus empresas, mientras las necesidades de la mayoría quedan desatendidas.


Por eso sostengo que la inconformidad de la gente no es con un partido en específico, como nos quieren hacer creer, sino con la forma de hacer política de todos ellos en general. Sé que mis tres lectores (todos ellos son parentela, pues soy de familia chica) no se dejarán engañar por este tipo de militantes fanáticos, que descalifican todo lo que hacen sus enemigos políticos, aún y cuando ellos mismos y sus hijos, hayan gozado de beneficios como tener formación escolar gracias a las acciones de los gobiernos del PRI a los que tanto y tan infundadamente critican.


1 “La lucha contra la corrupción en la Nueva España según la visión de los neoestoicos”, Salvador Cárdenas Gutiérrez, Universidad Panamericana. México 2007.


EPPUR SI MUOVE X

(Y sin embargo se mueve)


En alguna ocasión he confesado públicamente mi devoción por el fútbol y me he declarado incha del San Luis, que hizo un gran papel con Raúl Arias como Técnico de los Gladiadores. En nombre de esa religión que se profesa en un rectángulo con veintidós héroes combatiendo en su interior, sólo me queda felicitar a los habitantes de la región lagunera por el tercer campeonato de sus Santos, que ayer obtuvieron frente al Cruz Azul. Y sin embargo, se mueve.


Cualquier comentario acerca de esta columna dialéctica (y un poco futbolera), puedes enviarlo al correo electrónico: jcbalderas.urbi@gmail.com

Publicado en Queo.com.mx. Culiacán, Sinaloa